En occidente el zen monástico no tiene sentido. En oriente el monasticismo nace como una necesidad hasta para la sobrevivencia del budismo zen, frente a la embestida occidentalizante del Emperador Meiji, después de la caída del Shogunato y su espíritu de Bushido. El espíritu de las nuevas leyes del reconstituido imperio era que el budismo, como religión "extranjera", debía desaparecer.
Hoy en día en Japón existe el monasticismo pero el pueblo laico no siente ninguna atracción por el budismo zen. Es una religión encerrada dentro de las paredes de sus monaterios, y encasillada en una absurda tradición en la cual los que se entregan a dicho monasticimo son los hijos de los sacerdotes, similares a los curas párrocos de occidente, que van a certificar sus estudios para sustituir a sus padres al frente de los templos.
Es decir, que el pueblo japonés no cuenta en la ecuación.
El budismo zen se ha convertido en una corporación que lleva a cabo matrimonios y entierros, y "purifica" los negocios y las casas de malos espíritus y demonios con el interés básico de reunir fondos para los clérigos subsistir muy cómodamente.
Estos comentarios los ha provocado la obre de Kaoru Nonomura tiulada: "Cóma duerma siéntese: un año en el centro zen más riguroso", que ya apareción en las librerías de los países angloparlantes. No sabemos cuándo estará disponible en traducción al castellano.
El centro zen de la obra es el monasterio principal de la escuela Soto Shu, Eiheiji, localizado en una zona distante de Tokío y muy boscosa del Japón.
La historia es psicodélica, para decir lo menos que se puede. Durante el año que esta persona pasó encerrado en Eiheiji (uno de los nombres del maestro Dogen) no hubo más que palizas, abusos, gritos, penurias, malos tratos, etc. Todo con el fin de "liquidar el ego" de los monjes.
A los occidentales les costará mucho identificar con este relato su propio concepto del zen como una práctica civilizada y correcta, liberadora y purificadora del alma humana.
Los japoneses se sorprenden del interés mostrado por los occidentales por el zen en esta parte del mundo que realmente se ha convertido en un movimiento de liberacíon de las personas laicas concentradas en lograr el despertar que enseñó el maestro Shakyamuni.
Se calcula que cada año son menos los japoneses que muestran el más mínimo interes por la práctica del zen.
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