Los koanes son una herramienta muy importante de enseñanza (más bien
“empujón hacia la realización”) –
exclusivos de la escuela Zen.
Su función es “desmontar” el apego humano a la racionalidad, a que
todo es “racional” y se puede resolver por medios lógicos e intelectuales. Este
apego lleva a que no veamos la realidad de las cosas por estar buscándoles las
bases racionales: intelectuales, discursivas, divisibles en partes con fines
analizables…etc.
Como escuela el Zen proclama que la esencia de las situaciones
vivenciales se capta al instante, los asuntos humanos se “ven” de inmediato
porque la mente original es clara, pura,y lo abarca todo, digamos de “un tirón”…de hecho no hay
nada que entender, sino que las circunstancias se traducen en vivencias y la
comprensión es inmediata, como un estallido. Si pensamos estamos perdidos. El
zazen nos prepara para trabajar en este nivel al separarnos de los mecanísmos mentales
racionales, y concentrarnos en el presente donde se manifiesta la real
naturaleza de todo.
Los koanes no son susceptibles de soluciones verbalizadas ni “racionalizadas”. Su solución está concentrada en un gesto,
expresión verbal, expresión corporal (mueca, grito), que capte “el meollo”
iluminado de lo que el koan está planteando.
En definitiva lo que hay que tratar de hacer es una “demostración”
(satisfactoria para el maestro) de la
base iluminada y romper el cascarón de la ignorancia.
En el koan que estamos trabajando hay que practicar zazen
distinguiendo los puntos fundamentales del planteamiento del koan (¿qué es “la
nada”, que “de dónde vienen las cosas”, qué es la rabia?. (¿Dónde es que la
historia nos “enreda” en la racionalidad para darle un “mandarriazo”
definitivo).
Durante el zazen se dirige la atención a esos puntos hasta que, casi
como un parto, la solución se nos presenta y muchas veces el impulso es reir.
¿Cómo entendemos que el hielo es frío (Koan en Cien Años de Soledad)? ESE instante en que el
padre de Aureliano Buendía le levanta la mano y se la coloca al bloque de
hielo… ¡Ahhhh!
Existen alrededor de 2000 koanes clásicos y los monjes en Japón (y
otros grandes centros zen mundiales) tienen que resolverlos todos.
¡Buena suerte!
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